Nuestra identidad
Villarroya de la Sierra
La 'casa de 'Los Alcaínes'
FUNDACIÓN CASA DE ‘LOS ALCAINES’
La conocida como Casa de los Alcaínes es una de las casas señoriales más antiguas que permanecen en Villarroya de la Sierra.
Tenemos documentos que datan el título de Infanzón al apellido Alcaín desde 1675, aunque es probable que su origen fuera anterior. La casa, gran construcción en tapial ha sido restaurada a finales del siglo XX, pero conserva vestigios de sus orígenes mucho más antiguos pues posee elementos que se hunden en los finales del siglo XIII, principios del XIV.
Parece que el cuerpo principal de la casa fue construido uniendo tres casas anteriores y entre ellas hay vestigios de que una de ella hubiese sido un convento dominico, orden relacionada con la Inquisición y no hay que olvidar que nacido en Villarroya de la Sierra fue don Andrés Palacios, inquisidor en tiempos del emperador Carlos V.
La tradición cuenta que una infanta (no sabemos todavía a quién se refieren, quizás a la infanta doña María Luisa, ya casada con el Duque de Montpensier, que sabemos visitó esta zona en 1857, o la posterior visita de SS.MM. en 1860, está por investigar) pues digo que entre los más mayores se asegura que visitó la casa, y para tal evento tuvieron que alquilar en Calatayud una vajilla y cubertería de plata, y también se dice que ante la fuente de Villarroya pidió agua, y del Ayuntamiento se la ofrecieron en un lujoso recipiente acompañada de azúcar esponjada. También se cuenta que la señora de la casa donaba limosnas a los menesterosos que, en fila y boina en mano, esperaban su turno. Igualmente se cuenta que, una vez venida a menos la familia, al no poder ayudar con los donativos, algún poco agradecido la insultaba por la calle.
La cruz que vemos en la foto superior se encontró de casualidad al instalar la calefacción. Como dice José de Vicente González en su libro ‘Boticas monásticas’, cartujanas y conventuales en España el escudo liliado está expresado por la cruz flordelisada o cruz de Santo Domingo sobre campo de plata y sable. El campo de plata y sable representa el colorido del hábito dominicano.
Tal vez, estas características le sitúen a mediados del siglo XV. Por tanto, es escudo liliado viene a representar los elementos necesarios para caracterizar inconfundiblemente a la Orden de los Predicadores. La casa está en la calle Real Alta número 16 de Villarroya de la Sierra. La mansión sobrepasa los 3.000 m2 construidos. Consta de seis salones, dos salitas, ocho habitaciones, once cuartos de baño, seis bodegas y jardín. En su larga vida ha sufrido cambios de tamaño y forma. La construcción cuya estructura se mantiene fue el arreglo del siglo XVII, aunque todavía no tenemos datos de su construcción. Durante el siglo XX fue modificada en su interior desapareciendo la práctica totalidad de suelos, techos y pinturas que le dieron su esplendor barroco, fue fragmentada y alquilada como vivienda y los bajos como comercios. En la restauración que se hizo a finales del siglo XX la casa se amplió con el edificio contiguo, del siglo XIX, que es el ala de invitados actual y también se ganó una zona al aire libre por la parte trasera con acceso directo desde la casa a través de las bodegas, que pasan por debajo de la calle Horno Alto.
Construida con tapial, técnica muy antigua consistente en construir muros con arcilla mediante un pisón, empleando un encofrado deslizante para contenerla. En el proceso, se van colocando dos maderas paralelas, entre las que se echa la arcilla hasta una altura de 10 o 15 cm. y se compacta mediante apisonado. Luego se corre el encofrado a otra posición para seguir con el muro. La tierra se seca al sol y una vez completado los muros los huecos de puertas y ventanas se abren a cincel.
Ingenio para construir el tapial
Se han usado, hasta ahora, 1.500 m. de cable. Contamos 254 vigas de madera. Tiene diez balcones, catorce ventanas. En breve seguiremos describiendo otras curiosidades como su número de puertas. Puerta que hubo en la salita de la música abierta a lo que ahora es otra vivienda; marcas de un incendio que hubo saliendo el humo de las ventanas del granero; ladrillo con la marca del ceramista que hizo los suelos; fresco con el emblema dominico; número de bodegas y tinos (La Cripta, La Honda, El Cura, Primicia, Imagen, de Pepe, y “La Zona Prohibida”).
Las puertas y ventanas, exteriores e interiores, se mantienen con el color original, conseguido con una mezcla de cera de abejas, betún de Judea y aceite de linaza. La cera procede de los panales instalados en la Sierra de la Virgen, obsequio de Teodoro y Ramos, apicultores que también nos ofrecen una miel que sin duda contribuye a la longevidad de las gentes que por aquí vivimos.
Se conserva el suelo original en la mayoría de la casa, solo en alguna estancia fue sustituido por suelo hidráulico. Como curiosidad sabemos que el brillo que lucían las losetas originales se conseguía fregándolas con agua de sangre (desconozco la composición pero imagino que era sangre diluida en agua y con eso restregaban las losetas).
Para un urbanita, la adquisición de esta casa es una enciclopedia, por ejemplo ¿sabíais que las vigas de olmo ceden con más facilidad que las de pino, pero al contrario que éstas, se comban pero no fracturan? pues yo tampoco lo sabía, y es que en el patio de entrada hay vigas visiblemente curvadas que sin embargo no ofrecen peligro, son de olmo combadas por el peso de la cocina que se construyó en el salón principal de la casa, aumentando considerablemente el peso que debían soportar. De haber sido vigas de pino con mucha probabilidad ya hubiesen fracturado viniéndose abajo la estancia de arriba. Y quizá también pueda resultar curioso cómo se llegó a tener esta casa. Todo se debió a una serie de azares, uno tras otro, que llevó a adquirirla con vistas a ir arreglándola poco a poco hasta conseguir una casa-residencia para dar cabida a un grupo de amigos que nos trasladaríamos aquí en la jubilación en un régimen de pesado comuna hippie trasnochada, pues se pensaba que entre todos, juntando las pensiones podríamos pagar con holgura a personal que nos atendiera en lo que nos quedara de vida. Y uno planifica su vida pero la vida tiene sus propios planes para uno, y poco a poco la restauración se convirtió en pasión y la voluntad de un cambio de vida aceleró la venida a esta casa, uno a uno llegamos tres, ahora quedamos dos y decidimos crear la Fundación Casa de los Alcaínes, con vocación de ser un referente cultural que difunda los tesoros que existen y siguen desconocidos en la comarca.
Con respecto a la ampliación y las bodegas, el subsuelo de Villarroya no está exento de sorpresas. Al dejar sin uso las pequeñas bodegas particulares al agruparse en la cooperativa, durante un tiempo se veía normal aprovechar esos espacios subterráneos para llenarlos de escombros procedentes de reformas en las casas y también fueron en aumento las casas abandonadas que acaban derrumbándose. Ahora nos vemos afectados por el fallo del suelo colindante con el espacio dedicado a jardín, en terreno que perteneció a una casa en completo abandono que ya hace años cayó la mitad de ella y ahora ha decidido hundirse completamente el resto de la ruina con peligro de arrastrar el edificio vecino, por lo que nos vemos obligados a compartir los costes de las obras de consolidación o nos hundimos todos. Y eso que ya habíamos intentado evitar el derrumbe con unas vigas metálicas y grapas, pero no han resistido.
En 2003 se adquirió la casa al último Alcaín. El deterioro del edificio era importante. La puerta del siglo XV que aparece en la foto fue puesta en la colección ‘Aragón pueblo a pueblo’, en el apartado de Villarroya de la Sierra, como ejemplo de la degradación de sus casas.
La rehabilitación la llevó a cabo Setralco SL aportando seriedad, ideas y buen hacer.
Degradación de la Puerta de los Alcaines
Fachada Principal de la casa de los Alcaines
SALONES
En el primer piso está la planta noble, dividida en tres salones, un salón central conocido como salón de los abanicos debido a que las paredes se adornan no con tapices sino con una colección de abanicos.
A un lado de éste se encuentra la biblioteca, con una capilla y al otro lado el salón de la música, pues está dedicado a la interpretación musical.
BIBLIOTECA
La biblioteca está en la planta noble, con una dotación que se acercan a los 3.000 títulos, aún por catalogar. Quizá en breve pidamos ayuda para tan ardua tarea, aprovechando fríos días invernales, que con ellos apetece más el recogimiento y la sistematización. En la biblioteca, y a modo de dos alcobas, tenemos la capilla y al lado un pequeño despacho que comunica con la sala habilitada como archivo.
SALONCITO DE LA MÚSICA
Este es el tercer salón de la planta noble. Todavía está en obras pero ya se puede tener una idea de cómo va quedando. El piano está pendiente de la visita del afinador y el escenario todavía no se ha acabado. Aunque viendo las fotos del estado en que estaba esta sala (su último uso fue como almacén de almendras) se puede entender el retraso en acabarlo.
SALÓN DE LOS ABANICOS
Este era el salón principal de la Ccasa, el salón de recibir. Ocupa el centro de la planta noble, abierto a la escalera y con la ventana bajo la cual está el escudo de la familia. En los primeros años del siglo XX convirtieron este salón en cocina, desapareciendo así todo vestigio de techo y pinturas que lo decoraban. Muy pocos restos de la pintura original del siglo XVIII se pudieron descubrir tras numerosas capas de cal y hollín. El uso de cocina se debe a la división de escrituras en que se repartió la casa en herencia, quedando esa nueva cocina, la actual biblioteca y la zona del servicio de esa planta para un heredero y el resto para otro. Antes del abandono de la casa esta parte, que le correspondía por herencia a Ventura Brun Alcaín, fue alquilada a distintas familias.
BODEGAS
Villarroya de la Sierra está enlazada en el subsuelo por sus bodegas. Cual red metro hay una serie de caminos subterráneos que nos permitirían ir de punta a punta del pueblo. Lamentablemente el abandono de estas bodegas no lo permite en la actualidad, sin embargo en la casa estamos esforzándonos por recuperar, al menos, los tramos que le pertenecen.
Bodega del Cura o de don Bienvenido. Esta bodega es conocida como la del cura o de don Bienvenido Moreno, cura párroco en Villarroya de la Sierra y cuñado de Ventura Brun Alcaín, que está enterrado en el Santuario.
Murió en 1976. Con fama de elaborar buen vino y centro de reunión, en una visita al Santuario de la Virgen de la Sierra la esposa del General Franco pasó por esta bodega. Se encontraba en un estado ruinoso, con graves desprendimientos que hacían peligrar el edificio que queda por encima de ella. Se hicieron obras de desescombro y consolidación levantando un muro macizo de más de un metro de espesor para sostener el techo. Pero tiene una gran ventaja, y es que su acceso es a pie de calle desde la entrada principal pues pasa por debajo de la calle trasera y es el terreno el que va subiendo. Así, mientras para acceder a ella andas en llano, la bodega va penetrando bajo tierra.
El acceso a las bodegas se hace a través de la puerta del siglo XV. Ahora es un bar particular que hace las funciones de distribuidor y en otro tiempo fue paso tanto de los ‘botos’ cargados de vino como de animales camino de la cuadra. En el lugar que ahora ocupa la barra de ese bar hubo una prensa de uva.
Es una botella envasada y rotulada por el mismo don Bienvenido Moreno en 1972, la botella la conservaba Natalia Serón y generosamente la regaló para la casa.
Bodega de La Primicia. Perteneciente en su tiempo a la familia Hidalgo debe su nombre al pago que se hacía a la Iglesia.
De grandes proporciones sorprende la sensación de estar dentro de una cueva. Al derrumbarse por abandono unas casas contiguas, ahora la bodega tiene luz natural por medio de una ventana que se abre al actual jardín de la casa, construido sobre los solares de la casa caídas. Desde esta bodega se pasa a la siguiente, conocida de siempre como La Imagen.
Bodega Honda. En esta bodega, impresionante por su tamaño y forma que recuerda a la nave de una iglesia, tiene el sistema de conducción del mosto por medio de vigas huecas. Otro sistema, el cerámico, lo podemos ver en otra bodega de la casa, pero por ahora no hay fotos y no podemos seguir explicando estos curiosos sistemas.
Y es que en Villarroya, por su enclave, ha padecido todo tipo de guerras, construcción civil, religiosa o militar que permanece en pie. De hecho, casas señoriales solo dos, recogidas en lamentable estado, se han restaurado con esfuerzo pero sobre todo con ilusión, una es esta de Los Alcaínes y la otra se conoce como La Casa Grande.
La villa tiene más tesoros escondidos que, confío en que poco a poco vayan saliendo a la luz. El término municipal de Villarroya es muy extenso (más de 9.000 hectáreas). Abarca parte de la vega de Ribota, tierra de cultivo en secano y una buena porción de la Sierra de la Virgen. Encontramos en él despoblados, ermitas, la finca de caza de Valdemaguillo, embalses, pinares, carrascales, incluso un alfar romano que fabricaba terra sigillata.
La viña ha sido siempre una riqueza de Villarroya de la Sierra. Hasta cinco millones de kg. de uva eran vendimiados cada año. La cooperativa, inaugurada en 1956, comercializa algunos productos agrícolas y produce excelentes caldos, que se exportan fuera de España.
La ermita de la Santísima Trinidad era la iglesia de un pueblo ya abandonado en la Edad Media llamado Vadillo. Sorprende la rotundidad de su ábside románico, centinela de todo el valle medio del Ribota.
Al lado está el estanque, que riega la vega. Aún recuerda la gente mayor que cuando lo vaciaban para limpiarlo, los hombres aprovechaban la limpieza para pescar las tencas que habían quedado en el fondo.
En el arranque del camino a la Virgen de la Sierra se conserva un via crucis, cuyas estaciones ascienden por una cuesta hasta una zona más llana, en la que empezamos a ver cuidadas vinas, cerezos y almendros. Por el antiguo camino de subida al santuario se llega hasta el peirón de San Miguel, ya en el pinar. Es un bello peirón con grada de piedra y fuste de ladrillo. La hornacina contiene una baldosa con la imagen de San Miguel.
Antes hemos dejado a la derecha El Pingorote de la Zorra, una bella zona de cárcamas, llamada así porque en esta zona tenían su guarida estos animales. Hasta aquí se acercan aún los chavales para comerse el palmo el día de jueves lardero.
Más arriba está El Salcedo, paraje umbroso que mantiene una fuente y una gran balsa redonda. Durante varios años fue sitio de viveros de pinos para repoblación. Aún se conserva una casa y árboles ornamentales que se plantaron entonces como cipreses y castaños.
La capilla de la Virgen de la Manzana está en la finca de El Horcajo, otro antiguo despoblado medieval. Aún vivieron allí hasta mediados del siglo pasado renteros y pastores. La imagen se guarda celosamente en una casa particular de Villarroya.
Hubo otras ermitas, todas desaparecidas: la de San Bartolomé, sobre el monte de las eras; San Sebastián, encima de la estación de tren y San Blas, en el cementerio actual.
Villarroya conserva en su extenso término un patrimonio de carácter popular muy interesante que es necesario preservar. Al arreglo del hermoso puente de Caratorrijo debe seguir la restauración de otros enclaves, sobre todo el pinar de Joaquín Costa.